Robert Duncan
Tensar el arco y otros poemas. Antología poética (1939-1987)
Traducció de Marta López-Luaces
Bartleby Editores
392 pàgines
19 euros
SOY UN HOMBRE SUMAMENTE CARNAL
Soy un hombre sumamente carnal y veo
en tu cuerpo lo que conmueve mi espíritu.
Y mi espíritu es íntimo de la mano,
íntimo del pecho y del corazón,
íntimo de los labios separados
que podrían buscar el consuelo
en tus labios.
Recíbeme; un cuerpo desgastado y cálido soy.
Soy más que nada fuego carnal, y anhelo
que tu cuerpo alimente de nuevo mi llama.
Te abrazaría y me nombraría
nuevamente en tu piel.
El verde de la rama de un eucalipto
colgado en las distancias del aire.
Les terraces au clair de la lune
jugaban en el orbe del mediodía, en el área
azul e iluminada por la luz del sol por donde
nos movíamos:
la japonaiserie de la bahía
y de las islas en la neblina humeante
parecería llevar una sutil impresión
distinta y solitaria del diseño de la razón
y haciendo señas insinuantes de un amor
en cuyos días como golondrinas volaron
uno por uno, desde el bosquecillo opaco del corazón
para trazar con su vuelo los lineamientos de la verdad.
Te hablé e intenté decirte
busco el descanso del cuerpo en el estado de gracia.
Oh debería haberme arrodillado en el suelo
y llorado;
Me debería haber rendido a la fe del cuerpo
y arrodillado,
suplicante de la buena hora que vino
y se fue
una sombra luminosa en la sangre.
He hecho mi promesa en la carne, y veo
en ti el dorado pacto del cuerpo.
Y el espíritu es íntimo de tu cuerpo,
íntimo de tu pecho y labios.
Pretendo de ti ese sacramento carnal,
el testamento de fe del amante
en cuyo cuerpo liberaremos
la inmortalidad del espíritu.
Ven a mí, oscuro espíritu inquisidor,
moras en el umbral de mis pensamientos.
Este anhelo es una eternidad inmensa
en lo que nuestros desperdicios cuestionan las mentiras,
y nosotros, en el limbo del amor incorpóreo,
miramos fijamente los cuerpos que negamos.
Soy el más carnal de los fuegos.
Te abrazaría en esa llama,
y deberemos mentir atrayendo entonces el descanso
y mirar fijamente, nos miraremos fijamente uno al otro en esa hora
cuando recién creados uno en el otro
quedemos suspendidos como la música humeante en el aire.
Tensar el arco y otros poemas. Antología poética (1939-1987)
Traducció de Marta López-Luaces
Bartleby Editores
392 pàgines
19 euros
SOY UN HOMBRE SUMAMENTE CARNAL
Soy un hombre sumamente carnal y veo
en tu cuerpo lo que conmueve mi espíritu.
Y mi espíritu es íntimo de la mano,
íntimo del pecho y del corazón,
íntimo de los labios separados
que podrían buscar el consuelo
en tus labios.
Recíbeme; un cuerpo desgastado y cálido soy.
Soy más que nada fuego carnal, y anhelo
que tu cuerpo alimente de nuevo mi llama.
Te abrazaría y me nombraría
nuevamente en tu piel.
El verde de la rama de un eucalipto
colgado en las distancias del aire.
Les terraces au clair de la lune
jugaban en el orbe del mediodía, en el área
azul e iluminada por la luz del sol por donde
nos movíamos:
la japonaiserie de la bahía
y de las islas en la neblina humeante
parecería llevar una sutil impresión
distinta y solitaria del diseño de la razón
y haciendo señas insinuantes de un amor
en cuyos días como golondrinas volaron
uno por uno, desde el bosquecillo opaco del corazón
para trazar con su vuelo los lineamientos de la verdad.
Te hablé e intenté decirte
busco el descanso del cuerpo en el estado de gracia.
Oh debería haberme arrodillado en el suelo
y llorado;
Me debería haber rendido a la fe del cuerpo
y arrodillado,
suplicante de la buena hora que vino
y se fue
una sombra luminosa en la sangre.
He hecho mi promesa en la carne, y veo
en ti el dorado pacto del cuerpo.
Y el espíritu es íntimo de tu cuerpo,
íntimo de tu pecho y labios.
Pretendo de ti ese sacramento carnal,
el testamento de fe del amante
en cuyo cuerpo liberaremos
la inmortalidad del espíritu.
Ven a mí, oscuro espíritu inquisidor,
moras en el umbral de mis pensamientos.
Este anhelo es una eternidad inmensa
en lo que nuestros desperdicios cuestionan las mentiras,
y nosotros, en el limbo del amor incorpóreo,
miramos fijamente los cuerpos que negamos.
Soy el más carnal de los fuegos.
Te abrazaría en esa llama,
y deberemos mentir atrayendo entonces el descanso
y mirar fijamente, nos miraremos fijamente uno al otro en esa hora
cuando recién creados uno en el otro
quedemos suspendidos como la música humeante en el aire.