dissabte, 24 d’octubre del 2009

Mara Pérez: quatre poemes inèdits

Mara Pérez
Nascuda a Mar del Plata (Argentina) el 1987, escriu des dels 10 anys i té en preparació un poemari i un parell de novel·les. Part de la seva producció la publica als seus dos blogs http://elmarablog.blogspot.com

(humor i miscel·lània) i http://diariodemaraperez.blogspot.com
(poesia, textos lírics i notes) i a http://twitter.com/maraperez (textos breus).

Il·lustració Germán Lavini

TÁCTICA

nadie ve a nadie
cada mirada es un espejo que se quiebra
y al final
el mundo es una suma de fragmentos destrozados
que hay que reconstruir
para poder saber quién es cada uno
para poder reconocerse desde el otro


ÉTICA

hay que raspar con la hoja del cuchillo
hasta el fondo del mar
rascar las oquedades del silencio
las parquedades de lo dicho
la penumbra desde la cual oteamos

sólo entonces podremos
comprender que no hay fondo
que todo es hueco y parco y aparente
que la luz destella sólo a veces
que hay que empezar siempre de nuevo


PRISIÓN

este poema llegó tarde
es la migración verbal hacia la oscuridad que esperó siempre

no hay luz al fin del túnel
quizá no hay túnel

está sólo la virgen loca en la torre tortuosa
en la secreta torre
la torre vaginal

resbalan pasos en la torre
fasos
bailan la torre desigual
el paso
la fisura
el desfiladero
la figura del mundo en forma de pregunta con los labios cerrados

y la prisión es no poder abrir los labios para decir "te amo"
esa conflagración que nos haría


POEMA DE CHECITO

la tristeza lo acompañaba siempre
como un ave cercana pero inalcanzable
como un ave tantálica
a veces él lograba escabullirse:
la risa afluía a su palabra
y me contaba historias truculentas y fascinantes de sus mayores
y yo era la niña pequeñita de ojos enormes
cuya sola presencia espantaba al ave inescrutable
y yo también tenía
mezcla de tántala y de prometea y de diana flagelada
un ave de rapiña que iba conmigo a todas partes
pero cuando el melancólico juglar templaba sus historias
el ave mía se espantaba
las aves
impotentes
nos miraban de lejos
y nosotros hablábamos y jugábamos
felices y pueriles:
sólo existía
entonces
el presente
hogar de toda infancia